COMUNICADOS | DECLARACIONES

El/la editor/a como garante del proceso comunicativo

Por Adela Ruiz

 

 

Coordinadora Editorial de Revistas Científicas
de la Universidad Nacional de La Plata

El trabajo del/la editor/a es tan amplio y variado como productos editoriales y ámbitos de desempeño pueden identificarse.

 

Están los/as editores/as de libros literarios, los/as de obras técnicas y los/as de publicaciones periódicas. Los/as que dirigen espacios editoriales, los/as que forman parte de equipos integrados por diversos profesionales y los/as que trabajan de manera independiente.

 

Los/as editores/as de adquisiciones y los/as de contenido. Los/as que se desempeñan en sellos comerciales, en instituciones públicas o privadas, en organizaciones sociales y en emprendimientos autogestionados.

 

En cualquiera de estos casos, la principal función del/la editor/a es actuar como garante del proceso comunicativo.

 

Mediante el desarrollo de tareas que, muchas veces, solo pueden ser percibidas por sus efectos, el/la editor/a actúa como intermediario/a entre los principales actores de todo proceso editorial: los/as autores/as y los/as lectores/as.

 

Frente a los incesantes cambios tecnológicos y a las aceleradas transformaciones culturales, las funciones de estos profesionales se han ampliado y diversificado, pero las preguntas que orientan y que tornan necesaria su intervención en los procesos editoriales continúan siendo las mismas.

 

¿Cuál es el objetivo comunicacional que se persigue con la publicación de un material? ¿Quiénes son sus autores/as, desde dónde construyen su enunciación? ¿Quiénes son los/as destinatarios/as imaginados/as? ¿Cuál es el contenido central que vertebra la obra? ¿Cómo se ha previsto su circulación? ¿Con qué recursos se cuenta para llevar a cabo el proceso? ¿De cuánto tiempo se dispone para su realización?

 

Las respuestas que sigan a estas preguntas condicionarán tanto la naturaleza como el alcance de las tareas a realizar. Ahora bien, que las respuestas nunca sean las mismas y que, por lo tanto, cada proceso editorial resulte particular, no invalida el hecho de que las funciones de estos profesionales estén atravesadas por ciertos principios rectores.

 

Uno de ellos, tal vez el más importante frente a cualquier proceso editorial, se sintetiza en la siguiente afirmación de Judith Tarutz (1992): «El editor es el primer lector de una obra y no su segundo autor» (p. 68).

 

Tanto si el editor es quien planifica y gestiona los contenidos a publicar, como si trabaja sobre materiales preexistentes, el sentido de su intervención es contribuir a la mejora de los originales que se le han confiado. A partir de una lectura atenta, minuciosa y, sobre todo, respetuosa, su función es aportar calidad editorial a materiales ajenos, sin perder nunca de vista quién ocupa el rol de autor/a.

 

Los/as editores/as son profesionales de la lectura. Esto no significa que sean especialistas en todos los temas que abordan durante su vida profesional, sino que supone que poseen la habilidad de poner en relación todas las variables que intervienen en un proceso editorial para que el producto final responda al objetivo comunicacional buscado.

 

El 2 de julio se conmemora el día de un tipo particular de editor/a: el/la que trabaja con revistas. La especificidad de esta tarea habilita a mencionar uno de los principios que distingue el trabajo con este tipo de productos editoriales: la construcción de comunidad.

 

Entre los principales desafíos que plantean las publicaciones periódicas se encuentra la necesidad de construir una identidad propia y, sobre todo, de sostenerla. Las revistas buscan establecer vínculos con los/as autores/as, buscan encontrar a sus lectores/as, y, a partir de allí, generar un diálogo que se mantenga en el tiempo.

 

En el ámbito académico, en particular, uno de los productos editoriales que mayores desafíos presentan a los/as profesionales de la edición son las revistas científicas. Estas publicaciones, que se enmarcan en campos disciplinares definidos, constituyen el soporte más sólido y confiable para la circulación del conocimiento que se genera mediante la investigación.

 

En momentos como los que atravesamos en la actualidad, el rol de los/as editores/as, que con su trabajo cotidiano hacen posible que las universidades cuenten con revistas especializadas, se torna estratégico para contar con la posibilidad de construir agendas, de abrir debates, de propiciar reflexiones y de fortalecer el proceso mediante el cual el conocimiento científico, como bien social, se constituye en una herramienta clave para el desarrollo y el bienestar de la población.

 

Referencia

 

Tarutz, J. (1992). Technical Editing. Nueva York, United States: Hewlett-Packard Press.

Texto publicado originalmente en el portal institucional de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social.